Carlos Yáñez, de 13 años, lleva desde los seis yendo al colegio montado en su caballo Chiverito. Todas las mañanas se levanta a las 6.00 horas y recorre 18 kilómetros de la Patagonia argentina, con su hermana Mica detrás, hasta que llegan a la escuela más cercana. Su casa está en mitad de la nada. No tienen electricidad ni agua corriente. "El agua la traemos de un pozo, con una manguerita, y la vamos calentando en un recipiente para bañarnos", cuenta Nélida, su madre. El chico, a su lado, guarda silencio.
La historia de Carlos Yáñez forma parte de un documental, Camino a la escuela, que relata las dificultades geográficas a las que se enfrentan cuatro niños de Argentina, la India, Marruecos y Kenia para acudir cada día al colegio. La película, que se estrena la semana que viene en los cines españoles, nos recuerda que el derecho a la educación sigue sin ser universal y que hay decenas de millones de niños y niñas en el mundo alejados de la escolaridad.
Carlos Yáñez está desde el sábado en España para promocionar la cinta y desde entonces no ha parado de hacer cosas que nunca había hecho antes: ir al cine, viajar en Metro, subirse a un ascensor, probar la comida rápida o prestar atención a los semáforos. Ayer le acompañó durante todo el día Claudia García, una niña de su edad que le ayudó a elegir una hamburguesa y después le llevó a su colegio. Carlos relató su historia a los alumnos de 2º de la ESO B del centro concertado Nuestra Señora de la Merced, en la zona norte de la capital.
"Yo soy de Argentina y tardo una hora y media en ir a la escuela. Voy a caballo. A las siete y media de la mañana salgo de casa y llego a las nueve. Estoy en clase hasta las tres y media y a las cinco llego a casa y me pongo a hacer la tarea. Soy el único de la escuela que vive tan lejos. Cuando era más chico, me tropecé y me caí del caballo. Alguna vez hemos llegado tarde porque había nieve. No me da miedo...", iba desgranando Carlos de pie, delante de la pizarra.
Sin ordenador ni nevera
Los críos le acribillaban a preguntas -"¿Te gustaría vivir más cerca del colegio?", "¿Cuando llegas no te duelen las piernas?", "Mientras tú estás en clase, ¿el caballo dónde se queda?"-, y él respondía con timidez, un tanto sobrepasado. Enfrente, los escolares madrileños se sorprendían de que en casa de Carlos no hubiera nevera, ni lavadora, ni ordenador, ni consola de videojuegos...
Carlos Garcia Pozo
'Y, si no tenéis televisión, ¿con qué os divertís?', le pregunta Domingo
«Y, si no tenéis televisión, ¿en el tiempo libre qué hacéis, con qué os divertís?», le preguntaba Domingo. Un par de pupitres más allá, Aarónreflexionaba: "¿Sin teléfono móvil podrías vivir? Es que hay gente aquí que no podría...".
Algunos se daban cuenta entonces de hasta qué punto dependen de la tecnología y de otras comodidades.Marta: "Vivo en Algete y tardo una hora y media en ir a clase. Como llegábamos tarde, me tengo que levantar antes y ahora lo hago a las seis y media. Muchas veces me da pereza".
O Jorge: "Soy de Paraguay y llevo cuatro años en España. Cuando vuelva a mi país me va a costar. Aquí abres el grifo y ya hay agua caliente, pero allá hay que darle a una palanca".
Proyecto pedagógico
La intención de Pascal Plisson, el director de Camino a la escuela, era hacer algo más que un documental. Por eso, la película forma parte de un proyecto pedagógico más amplio, en el que han colaborado la Unesco, Unicef y la Obra Social La Caixa, entre otros, que incluye una serie documental, una exposición fotográfica y sesiones de debate en los colegios. Sus promotores explican que han ofrecido a los centros de la Comunidad de Madrid, Cataluña, elPaís Vasco, Aragón y la Comunidad Valenciana sesiones matinales de cine a tres euros con materiales didácticos para el profesor.
La idea que, de alguna manera, se puso ayer en práctica en el colegio de Madrid es debatir en clase sobre "la importancia que tiene la educación para las generaciones futuras". Y así se refleja en la película, cuando la abuela de Zahira, la niña que camina 22 kilómetros por el Atlas, le dice: "Estudia para que no acabes como nosotros". O cuando aventura Samuel, el niño de la India al que sus hermanos llevan en silla de ruedas: "Cuando seamos mayores ganaremos dinero". "Si me esfuerzo recibiré una buena educación, conseguiré un buen trabajo para ayudar a mi familia", resumeJackson, el keniata.
http://www.elmundo.es/espana/2015/01/14/54b5987eca474186108b4574.html
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