Por Jose Antonio Marina
Todos los alumnos nos han preguntado alguna vez: ¿Y esto para qué sirve? Suele ser una pregunta incómoda, que podemos interpretar como una muestra de cerrilismo del alumno. ¡No se dan cuenta de lo importante que es leer, saber historia, aprender filosofía, disfrutar con la poesía!
Por su parte, muchos padres están preocupados por el futuro laboral de sus hijos y reclaman asignaturas útiles para ganarse la vida. Con frecuencia, los docentes nos refugiamos en las leyes educativas, o en una vaga evidencia del valor de lo que enseñamos, y dedicamos poco tiempo a explicar para que vale lo que deseamos que aprendan. Por eso me interesa mucho la obra de Martha Nussbaum, una gran humanista a la que se le concedió el Premio Príncipe de Asturias.
Hace ya bastantes años, Emilio Lledó me dijo que era la mejor helenista del momento. Su libro La fragilidad del bien es admirable por su erudición y por su perspicacia. Luego ha escrito muchas obras sobre ética y filosofía del derecho, y trabajó con Amartya Sen, premio Nobel de economía, estudiando las hirientes diferencias sociales y las situaciones de injusticia.
Hoy quiero referirme a dos libros suyos dedicados a la educación: El cultivo de la humanidad, y, sobre todo, Not for Profit, que lleva un subtitulo llamativo: ¿Por qué la democracia necesita las humanidades? En el primero, estudia la situación de las humanidades en la universidad americana, y expone las tres destrezas intelectuales que solo las humanidades desarrollan y que son imprescindibles para la convivencia democrática:
(1) La capacidad de examinar críticamente las propias ideas y las tradiciones culturales en que se ha crecido,
(2) La capacidad de verse a sí mismos no solo como ciudadano pertenecientes a una nación, sino como seres humanos vinculados a los demás seres humanos por lazos de reconocimiento y mutua preocupación,
(3) Lo que podemos llamar “imaginación narrativa”, que permite ponerse en el lugar de los demás.
(1) La capacidad de examinar críticamente las propias ideas y las tradiciones culturales en que se ha crecido,
(2) La capacidad de verse a sí mismos no solo como ciudadano pertenecientes a una nación, sino como seres humanos vinculados a los demás seres humanos por lazos de reconocimiento y mutua preocupación,
(3) Lo que podemos llamar “imaginación narrativa”, que permite ponerse en el lugar de los demás.
El segundo libro comienza con una afirmación dramática: “Estamos en medio de una crisis de proporciones masivas y grave significado global. No, no me refiero a la crisis económica que comenzó el año 2008. Al menos, en este caso todo el mundo sabe que existe y muchos líderes mundiales trabajan rápida y desesperadamente para encontrar soluciones. No, me refiero a una crisis que está pasando desapercibida, como un cáncer, una crisis que puede ser, a largo plazo, mucho más destructiva para el futuro de la democracia: la crisis mundial en la educación.
Nussbaum sostiene que una preocupación obsesiva por el “beneficio”, por el progreso económico, está expulsando de la educación aspectos esenciales para una convivencia justa y noble. En este momento se ha asentado en los sistemas educativos la idea de que solo las ciencias, la tecnología y el inglés son importantes, mientras que las demás asignaturas son un “lujo mono”, como era la costura, el piano y la cultura general para las señoritas del siglo XIX. Todos colaboramos en esta idea, porque defendemos con poca contundencia argumental el papel de las humanidades. Para justificar la necesidad de leer, solo se nos ocurre decir que es un gran placer. Los maestros de la República veían las cosas con más claridad cuando imprimían carteles con el lema: “La lectura es la mejor defensa contra el fascismo”. Nussbaum comenta: “Las humanidades son necesarias para pensar críticamente, para superar las lealtades locales y acercarse a los problemas globales como un “ciudadano del mundo”, y, finalmente, para comprender empáticamente a otras personas.” Y estas cosas son esenciales para la democracia. Así pues, la educación -concluye- debe ser “for profit” y “not for profit”. Es decir, para conseguir bienes económicos y también para conseguir bienes no económicos. Como en los seriales.
Referencias:
http://www.ceide-fsm.com/2013/10/por-que-hay-que-estudiar-humanidades/
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